El magnetismo que se concentra en el interior de la pirámide, o sea la energía piramidal, ayuda a sintonizar el yo interno (microcosmo) del individuo con su conciencia superior (macrocosmo), alcanzando de esta forma un mejor equilibrio en su integridad como ser bio-sico-social-espiritual que es. Esta energía, intensifica la actividad sensorial del ser humano, aumenta el nivel de ondas alfa cerebrales (ondas de relajación), invita a la meditación, a la ayuda espiritual, al encuentro de la persona consigo mismo, su conciencia y la mente superior.
Muchas veces cuando encontramos respuestas a importantes interrogantes de nuestra vida, las encontramos dentro de una pirámide, porque esta estructura nos facilita el contacto con nuestro ser interno, nuestro mejor amigo, que lo sabe todo y nunca nos engaña.
También conocemos el inmenso valor que encierran nuestros decretos cuando queremos lograr o trasmutar un propósito. Debemos escribirlo y repetirlo con convicción, fundamentalmente en la noche antes de acostarnos y en la mañana al despertarnos. Este escrito debemos colocarlo también dentro de una pirámide que reúna las medidas, material y orientación adecuada, y para que el deseo se duplique, se magnifique y nos ayude a obtener nuestro objetivo.
Estos decretos siempre se deben realizar en tiempo presente, usando palabras positivas y con el completo convencimiento de que ya se logro, no de que se va a lograr, sino que se logró, solo se manifestará en el momento más oportuno, ni antes ni después.
Por ejemplo:
Yo soy un hombre próspero y saludable.
Estoy lleno de amor, paz y bienestar.
Todo lo que deseo alcanzar está dentro de mí.
Continuaré esforzándome hasta lograrlo.
Estamos seguros que hay una relación directa entre la forma piramidal y el bienestar material y espiritual del ser humano.